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MARTES 10 NOVIEMBRE
MUJER OLMANA SE SUICIDA EN LIMA AL ENTERARSE QUE TENIA SIDA
Su corazón estaba destruido. La ilusión del primer hijo, de la familia y del amor por su pareja se había desvanecido y no hallaba consuelo.
Sabina Odar Pacheco, de 30 años, quien tenía ocho meses de embarazo, decidió terminar con el dolor quitándose la vida ayer, en su humilde cuarto del distrito de San Luis.
Sus familiares más cercanos narraron a la Policía que la mujer estaba deprimida tras enterarse –hace dos días– que era portadora del VIH-Sida.
La idea de contagiar el mal a la criatura que llevaba en el vientre la habría perturbado. La mujer culpaba a su cónyuge. Justamente, fue él quien la encontró ayer en el cuarto que compartían, ubicado en la calle José Orengo 103, interior 15, San Luis.
Junto al cadáver de Sabina se hallaba un vaso de plástico con restos de refresco. Esto hace pensar a la Policía en un envenenamiento. Sin embargo, no se halló ningún sobre del producto que habría utilizado la mujer para quitarse la vida. Tampoco alguna carta explicando su decisión, como suele ocurrir. El cuerpo fue hallado alrededor de las 11:30 de la mañana. Sabina estaba echada boca abajo y emanaba fluidos por la cavidad oral, típico en los casos de ingesta de sustancias tóxicas.
SIN CONSUELO. El drama habría empezado hace dos días, cuando la mujer acudió a un centro de salud de la zona para iniciar recién el control de su embarazo. Durante las pruebas se habría establecido que era portadora del VIH-Sida. Al parecer, las enfermeras le habrían indicado que su bebé, por haber estado 8 meses sin los controles prenatales, nacería con la enfermedad. Esta versión figuraría en el parte de investigación abierto por la Policía.
En un inicio, en su barrio, nadie daba crédito al rumor del suicidio. Y es que, quienes conocían a Sabina, coinciden en afirmar que estaba muy ilusionada. Su felicidad, inclusive, se podía percibir de íntegro en la ropa de recién nacido y la pequeña cuna que halló la Policía en el cuarto.
Estos enseres los había sacado a crédito, según confirmaron amigas cercanas. Ahora, la humilde condición de la familia de Sabina los ha llevado a rematar las cosas del bebé que la mujer adquirió a plazos y con tanta ilusión para poder pagar, irónicamente, el velorio y entierro de ambos.
Sus familiares más cercanos narraron a la Policía que la mujer estaba deprimida tras enterarse –hace dos días– que era portadora del VIH-Sida.
La idea de contagiar el mal a la criatura que llevaba en el vientre la habría perturbado. La mujer culpaba a su cónyuge. Justamente, fue él quien la encontró ayer en el cuarto que compartían, ubicado en la calle José Orengo 103, interior 15, San Luis.
Junto al cadáver de Sabina se hallaba un vaso de plástico con restos de refresco. Esto hace pensar a la Policía en un envenenamiento. Sin embargo, no se halló ningún sobre del producto que habría utilizado la mujer para quitarse la vida. Tampoco alguna carta explicando su decisión, como suele ocurrir. El cuerpo fue hallado alrededor de las 11:30 de la mañana. Sabina estaba echada boca abajo y emanaba fluidos por la cavidad oral, típico en los casos de ingesta de sustancias tóxicas.
SIN CONSUELO. El drama habría empezado hace dos días, cuando la mujer acudió a un centro de salud de la zona para iniciar recién el control de su embarazo. Durante las pruebas se habría establecido que era portadora del VIH-Sida. Al parecer, las enfermeras le habrían indicado que su bebé, por haber estado 8 meses sin los controles prenatales, nacería con la enfermedad. Esta versión figuraría en el parte de investigación abierto por la Policía.
En un inicio, en su barrio, nadie daba crédito al rumor del suicidio. Y es que, quienes conocían a Sabina, coinciden en afirmar que estaba muy ilusionada. Su felicidad, inclusive, se podía percibir de íntegro en la ropa de recién nacido y la pequeña cuna que halló la Policía en el cuarto.
Estos enseres los había sacado a crédito, según confirmaron amigas cercanas. Ahora, la humilde condición de la familia de Sabina los ha llevado a rematar las cosas del bebé que la mujer adquirió a plazos y con tanta ilusión para poder pagar, irónicamente, el velorio y entierro de ambos.
Sabina Odar era natural del caserío El Porvenir, hija del agricultor Ruben Odar Montalván. Sus restos fueron sepultados esta mañana en el Cementerio El Carmen de Olmos.
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