Lunes, 10 de junio del 2019
-OLMOS EL NUEVO VALLE DE PALTA HASS DEL PERÚ.
-PRIMERAS COSECHAS DE PALTOS BATEN RECORD DE PRODUCCIÓN.
Si se retrocede en el tiempo e imagina cómo eran los terrenos del valle de Olmos hace unos cuantos años, la postal es muy diferente a la que se puede observar hoy.
Y es que este valle se ha transformado en una prometedora realidad para las empresas que están dando vida a 38,000 ha regables. De esas, casi un 10% (3,690 ha) corresponden al palto, que se ha sido sembrado según la estrategia de cada una de las empresas, pero con un solo fin: convertir a este Olmos en la zona productiva de mayores rendimientos productivos del país.
El primer semestre del año en Olmos se había sembrado 17,000 ha de diversos cultivos y la palta se había transformado en el segundo cultivo en extensión, tras la caña de azúcar. Nada raro si se tiene en cuenta que diez empresas han apostado este frutal.
Todo indica que la superficie no se quedará en las 3,690 ha que se contabilizan hoy en día, sino que la proyección es duplicar esa área en los próximos dos años.
Plantaciones del Sol, compañía que pertenece al grupo
Ingleby, ha sido una de las primeras empresas –junto a Inagro- que ya han
cosechado fruta desde los campos de Olmos, producción que salió en contenedores
a diferentes mercados internacionales. Otra de las firmas que ha decidido la
instalación de palta en la zona es Pampa Baja que recientemente ha concluido su
programa de siembra.
osé Pantaleón, administrador del fundo Cholocal y Miguel
García, responsable agrícola de los sembríos de platos, cuentan cómo se
iniciaron los trabajos de la empresa en Olmos, con la nivelación de las 500 ha
que la empresa había adquirido. “Eso fue primordial”, asegura Pantaleón. Y lo
hicieron apoyándose en información satelital, “que nos permitió ver cómo eran
las quebradas en esta zona. Eso, por ejemplo, fue clave para saber cómo
podíamos evacuar la mayor parte del agua que cayó en la última temporada de
lluvia en El Niño Costero, ya que habíamos construido drenajes internos que se
habían unido al drenaje principal del proyecto, facilitándonos esta labor”,
continúa.
La siembra de crotalaria fue clave para adicionar
nitrógeno y mejorar la estructura de un suelo 100% arenoso. “Hemos incorporado
esta hierba al suelo en forma de compost (unas 40 t/ha), respetando la
conductividad que se necesitaría para las paltas, que son muy sensibles a las
sales, sobre todo a los carbonatos. Tras ese trabajo formamos las camas”,
explica García.
Mientras tanto, en el vivero que el grupo tiene en la
zona de Motupe (a unos 50 km por carretera) las pepas de palta, importadas
desde Israel, iniciaron su cuidadoso proceso de germinación. Se trataba de
portainjertos antillanos que cuando estuvieron listos se injertaron en la
variedad Hass y otras dos variedades de polinizantes que se habían seleccionado
para plantar en Olmos. Cuando las plantas estuvieron listas se sembraron 80 ha
entre julio y agosto de 2015. A ellas se han ido sumando 220 ha más, para un
campo que hoy tiene 300 ha de paltas. De ellas, esta primera cosecha ha salido
de un total de 111 ha. Una vez que se consolide esta primera etapa del campo,
se iniciará la siembra de las otras 200 ha, también con palta.
– ¿Por qué las injertaron en el vivero y que diferencias
puedes marcar?
– Lo hicimos así porque así podíamos controlar todo el
proceso. Además, es más económico y más rápido de trabajar. Si lo hubiésemos
hecho en el campo, es un proceso mucho más costoso, aunque este se realiza
sobre una planta que ya está establecida, cuyas probabilidades de éxito son
mucho mayores. En el vivero tuvimos un poco más de descarte por un tema de
patrón, pero a pesar de ello estamos satisfechos con la técnica desarrollada.
En el fundo se ha utilizado un marco de plantación de 7×3
m, con una densidad de 476 plantas/ha. “Podemos decir que hemos conquistado
este desierto y hemos marcado la diferencia con el trabajo realizado”, afirma
García, mirando lo que antes era un bosque seco sobre suelo arenoso. “Ahora los
nuevos análisis que hemos hecho nos indican que hay una transformación, es
decir, hay mucha más riqueza microfloriana que le permite al palto establecerse
mucho mejor. Eso ha hecho posible que el ciclo del nitrógeno funcione tal cual
y no se pierda mucho. Los fertilizantes aplicados al final son fijados por
estos organismos. Además eso ha permitido oxigenar e inclusive incrementar el
intercambio catiónico, que era muy pobre al inicio”, explica el responsable del
campo.
– Con respecto al clima en la zona de Olmos, ¿qué han
aprendido en este corto tiempo?
– Teníamos un cierto temor al viento, ya que se habían
registrado ráfagas de hasta 40 km/ha. Para contrarrestarlo sembramos King grass
en la entre hilera, que nos ayudó a proteger primero el injerto a la hora de la
siembra. Pero al cabo de tres meses sacamos una hilera, dejando solo una cada
dos camas. A los seis meses sacamos una nueva hilera y lo dejamos una de cada
cuatro. Hoy en día, con plantas de dos años, lo hemos dejado una hilera de cada
ocho.
– Olmos también tiene una variación especial en sus
temperaturas
– Por supuesto que sí, son totalmente distintas al valle
agrícola circundante a la zona urbana de Olmos. Aquí hay mucho contraste de
temperaturas locales que favorecen a la planta. En los meses que necesita
temperaturas bajas, las tiene, y lo mismo pasa cuando requiere de calor.
– Una de las variables favorables del proyecto es saber
que tienes una dotación de agua por hectárea al año, pero es necesario saber
cómo vas a usarlo en la variedad de cultivos, ¿cómo es el caso de ustedes?
Tras 18 meses se han logrado producciones récord, cuyo
promedio ha sido de 12 t/ha, y la fruta que se ha cosechado ha tenido un buen
calibre.
– Lo ideal es hacer estudios para saber para saber si
vamos a necesitar más agua de la dotación del proyecto. Así sabremos cuántos
pozos se debiera perforar. El agua subterránea es la opción que tenemos para
aumentar nuestra capacidad en épocas de baja oferta, como lo que se vivió en el
último trimestre del año pasado donde se hizo una restricción del recurso.
Nosotros recibimos el agua del Proyecto Olmos y lo derivamos a un sistema de
almacenamiento de 45,000 m3 en tres reservorios, que previamente pasan por un
sedimentador y un decantador. Allí se les añade un floculante para decantar el
agua y evitar así que se produzca un taponamiento de los goteros a largo. Ese
floculante lo usamos seis meses al año, porque se registran altos niveles de
sedimentos (sobre 5,000 NTU) mientras que el resto del año solo se registran 35
NTU.
– Cómo profesionales, ¿qué experiencias nuevas han encontrado
aquí en el Proyecto Olmos?
– El calibre era un mito en esta zona. Se decía que los
calibres serían más pequeños que en otras zonas productoras, pero lo que hemos
visto tras la primera cosecha no es así. Obtuvimos frutos de buen tamaño. Fue
un reto iniciar este proyecto desde cero y en pocos meses ver los resultados
que estamos obteniendo es muy halagador. Eso nos permite poder tener una base
sólida en cuanto a la producción que estamos tendiendo y lo que puede venir lo
vemos con mucha expectativa. La valla está alta con lo conseguido, sobre todo
si miramos hacia atrás de todo el proceso realizado: trabajar el suelo,
mejorarlo, fertilizarlo, el proceso de siembra de la planta, del cuidado que se
tiene desde el vivero… Luego vemos los resultados, que marcan un récord en el
valle.
– En cuanto al crecimiento y desarrollo de la planta,
¿cómo ha sido si le compara con otras zonas productoras de palta del país?
– Aquí en Olmos una planta de palta de dos años es el
equivalente a un árbol de cuatro o cinco años en Chavimochic (La Libertad),
porque las temperaturas son muy favorables, que nos permiten tener entre cuatro
o cinco crecimientos vegetativos en comparación a los
tres que se dan en Chavimochic. Pero, así como son grandotas necesitan ser
tratadas como tal: más nutrientes, más agua para permitir que esta planta
produzca y te rinda.
– ¿Cómo estuvo esta primera cosecha?
-Este primer año hemos obtenido un promedio de 12 t/ha.
Lo más bajo que conseguimos fueron lotes donde hubo 8 t/ha. Estamos
impresionados por la cantidad de fruta que ha dado las plantas y el calibre.
Tuvimos un promedio de entre 70 u 80 frutos por planta. Incluso en aquellas
plantas que se sembraron a finales de 2015 los resultados fueron muy buenos. Un
contendor se envió a China y el resto a Europa.
– La segunda cosecha está prevista para marzo del próximo
año.
– Mira, hemos estado revisando las plantas y parece que
no han sentido esta primera cosecha, están bien fortalecidas y nos puede dar la
sorpresa también en la segunda cosecha. La experiencia que tenemos en otros
valles es que una cosecha le deja a la planta decaída, pero a las que tenemos
aquí las vemos como si nada. A pesar del poco tiempo transcurrido de la cosecha
están induciéndose rápido, ya tienen yemas y la floración la proyectamos para
mediados de agosto.
300 ha, de un total de 500
PAMPA BAJA CULMINA LA PRIMERA FASE DE SIEMBRA
El crecimiento de del palto es mucho más rápido en Olmos, la planta es más
robusta y aprovecha mucho mejor los fertilizantes y el agua de riego que se le
entrega.
Para esta empresa de origines arequipeños, llegar a Olmos
era la oportunidad precisa para ampliar su ventana comercial. Así es como la
firma compró un lote de 1,100 ha y, en esa diversificación productiva es que se
incluyen las primeras 300 ha sembradas recientemente y que, al momento de la
visita al campo, estaban en proceso de cuaja. Pero el proyecto de paltas no
termina aquí, ya que la compañía tiene presupuestado una ampliación a 500 ha
totales de palta Hass.
Isacc Villasante, responsable agrícola de Pampa Baja
Olmos, cuenta que antes de sembrar fue necesario estudiar bien el terreno,
“porque a pesar de ser arena hay estratos duros”, afirma. Lo primero que
hicieron fue preparar el campo a través de un subsolado, rompiendo las capas
duras. “Luego, y con la ayuda de topógrafos se delineó dónde irían las camas, a
las que añadimos materia orgánica (60 t/ha aproximadamente) compuesta por guano
descompuesto y bagazo de caña”, explica.
Isaac Villasante, responsable agrícola de Pampa Baja
Olmos.
En 2016 se importó directamente desde Israel cuatro
portainjertos antillanos. Los mantuvieron durante catorce meses de cuidado
intensivo, para posteriormente injertarlos en la variedad Hass. “Nos demoramos
porque en el mercado no había plantas de Hass, pero ya tenemos todo sembrado. A
inicios de julio hicimos la siembra de los últimos lotes del campo”, cuenta el
responsable.
Según Villasante, hasta ahora las plantas están bastante
bien. “Tienen una buena textura y vemos que hay diferencias entre el tipo de
portainjertos, ya que algunos son más vigorosos. Escogimos otros porque son más
resistentes al tema de sales y estrés hídrico”. De las primeras plantas que se
sembraron en marzo pudieron sacar algunas cajas. La siembra se realizó a un
marco de 6×2 m, con una densidad de 416 plantas/ha. “Algunas plantas han
sufrido por la lluvia de la última temporada, pero se están recuperando y las
proyecciones que que tenemos es que para el próximo año tengamos una producción
de entre 4 y 8 t/ha.
Plantas que están esperando ser sembradas en campo. A
Pampa Baja aún le restan 200 ha para completar un campo de 500 ha de paltos
Hass.
No es la primera experiencia de Pampa Baja con el cultivo
de palta, ya que en Arequipa también tienen campos de este frutal, “aunque el
desarrollo de las plantas totalmente distinto a lo que pasa aquí en Olmos. Allá
en esta época (a mediados de julio) estamos en plena cosecha, mientas que aquí
todavía está en cuajo y así a la inversa. Además hemos podido constatar que hay
diferencias en cuanto al crecimiento de las plantas”, explica y señala que esas
diferencias se reflejan en el tiempo de crecimiento.
“Aquí en Olmos es mucho
más rápido”, grafica. “Lo que vemos aquí en un año, en Arequipa recién lo
notamos al segundo año. Además, aquí en Olmos la planta es más robusta y vemos
que aprovecha mucho más todo lo que le damos, tanto de nutrición como de
riego”.
CORTESÍA.. RED AGRÍCOLA.
Olmos, ha pasado a ser una de las zonas productoras de palta Hass.
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